¡Hola a todos! 🙂 Hoy vengo a traeros un artículo que será el primero de una nueva serie que quiero traer al blog que hablará sobre la inteligencia emocional.

 

¿Qué es esto de la inteligencia emocional?

Es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones y las de los demás. 

Esto es algo que podemos adquirir desde bien pequeños, a raíz de los aprendizajes que obtenemos de las relaciones con las personas más cercanas a nosotros (generalmente familia y escuela), así como también algo que podemos trabajar y aprender a medida que crecemos.

 

¿Y de qué nos sirve gestionar las emociones?

En los últimos años se han hecho grandes descubrimientos sobre la manera en que funciona nuestro cerebro. Durante mucho tiempo existía la creencia de que nuestra mente venía determinada genéticamente, que no podía cambiar y que con el paso de los años iba perdiendo neuronas sin remedio, funcionando así peor. Pero en las últimas décadas se ha descubierto que esto no es así.

La ciencia ha puesto sobre la mesa que tenemos un cerebro plástico, que tiene la capacidad de adaptarse a los cambios reestructurándose continuamente y cambiando su forma en función de las experiencias que vivimos. Cuando queremos aprender a tocar un instrumento o nos proponemos cambiar algo de nuestra conducta o hábitos y lo practicamos, estamos reforzando las conexiones entre ciertas neuronas de nuestro cerebro, que harán que cada vez sea más fácil y automático el integrar estos cambios.

Esto significa que podemos modelar cómo se comporta nuestra mente y, si además conocemos el funcionamiento de nuestro cerebro, podremos ser capaces de reconocer sus reacciones, evaluar por qué nos comportamos de cierta manera y determinar cómo queremos responder ante ciertas situaciones de una manera que sea positiva para nosotros.

 

¿En qué nos ayuda la Inteligencia emocional?

Todos sabemos que en ocasiones nuestras emociones nos juegan malas pasadas. Cuando estamos enfadados hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos, cuando la tristeza nos invade nos cuesta salir de un bucle de pesar, cuando sucede algo que no nos gusta nos puede causar una gran rabia aunque lo que haya sucedido no dependa de nosotros. Pero, ¿estamos reaccionando a estas situaciones o respondiendo ante ellas?

  • Cuando reaccionamos ante algo, es nuestro cuerpo el que entra en el modo por defecto siguiendo lo que le dicta el cerebro (que usualmente es aquello que está acostumbrado a hacer), que en ocasiones puede traernos consecuencias negativas.

  • Cuando respondemos ante algo somos conscientes de cómo nos está afectando un suceso, de cómo quiere hacernos reaccionar nuestra mente, pero además ganamos un espacio de tiempo en el que podemos decidir qué queremos hacer, cómo queremos actuar después del suceso, cosa que nos puede ayudar a evitar caer en conductas de las que posteriormente podríamos arrepentirnos.

 

Y nada, espero que os haya resultado interesante esta pequeña introducción. En los próximos artículos profundizaremos sobre diferentes enseñanzas de la inteligencia emocional, la neurociencia, la psicología o la filosofía que nos pueden ayudar a vivir mejor. Comprenderemos por qué actuamos como lo hacemos y qué podemos hacer para tener una mejor actitud ante la vida y, en definitiva, para poder ser más felices, enfocándonos especialmente en alcanzar la felicidad en el trabajo, que es el entorno que nos ocupa 🙂

¡Un saludo a todos y nos vemos en el próximo artículo!

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