Buenos días y bienvenidos a un nuevo artículo de la serie de Inteligencia emocional. En los últimos artículos hemos hablado de por qué es importante la inteligencia emocional, de cómo funciona nuestro cerebro y cómo cambiar nuestras reacciones por respuestas que nosotros escojamos, entre otros.

Una vez que ya conocemos las bases de la Inteligencia emocional, hoy vamos a ampliar un poco el abanico de temas que vamos a tratar en esta serie, ya que hay muchas herramientas y recursos que nos ayudarán en nuestro camino de trabajarla.

Hoy vengo a hablar de aquello que podemos controlar y aquello que no.

 

Dicotomía del control

Hace ya muchos años, los antiguos estoicos (filósofos de la antigua Grecia) nos trajeron muchas ideas y reflexiones que podrían ayudarnos a vivir una vida más satisfactoria, una vida mejor.

En ocasiones, muchas situaciones que vivimos en el día a día nos afectan y pueden modificar nuestro estado de ánimo. Como ya hemos comentado, podemos controlar cómo actuamos frente a las cosas que nos suceden gracias a un buen control de nuestra inteligencia emocional, y cómo interpretamos aquello que nos pasa define mucho cómo esto nos afectará. Aquí entra en acción la dicotomía del control.

El estoico Epicteto, hace ya muchos años, decía “En cuanto a todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de nosotros, otras no”. A esto lo llamaba dicotomía del control, y se centraba en las cosas que están fuera de nuestro control y las que sí podemos controlar.

No depende de nosotros si hoy lloverá o si habrá tráfico cuando vaya al trabajo. Lo que sí depende de nosotros es llevar paraguas para no mojarnos en un día de lluvia o ir al trabajo en metro en lugar de en coche para evitar el tráfico.

El escritor William Irvine da una vuelta de tuerca a todo esto y nos dice que en realidad existen estos tres puntos de vista en cuanto al control:

  • Hay cosas sobre las que tenemos un control total
  • Cosas sobre las que tenemos un control parcial
  • Cosas sobre las que no tenemos ningún control

 

Pongamos un ejemplo, imaginemos que estamos aprendiendo a tocar un instrumento. No podemos controlar que en tres meses seamos capaces de dar un concierto de tres temas sin tener ningún error, no tenemos control sobre ello, ya que puede depender de muchos factores, de nuestra habilidad de nacimiento, nuestro oído o incluso de la suerte que tengamos en un momento determinado. Pero sí hay algo sobre lo que tenemos un control parcial, podemos implicarnos al máximo en su aprendizaje: practicar tocando este instrumento media hora cada día durante este tiempo, escuchar las canciones que nos gustaría tocar continuamente, y este esfuerzo nos ayudará a ser capaces de tocar cada vez mejor y nos ayudará a estar más cerca de ese resultado que queremos conseguir.

 

¿Pero qué tipo de control tenemos sobre cada cosa?

  • Control total – Tenemos un control total sobre nuestras opiniones, nuestros valores, nuestras metas, nuestro esfuerzo o sobre nuestras respuestas a las cosas que nos pasan
  • Control parcial – Tenemos un control parcial sobre nuestros impulsos y aversiones, ya que como sabemos, nuestra mente intentará responder automáticamente ante ellos, pero trabajar nuestra Inteligencia emocional nos ayudará a mejorar nuestro control sobre ellos.
  • Fuera de tu control – No tenemos ningún control sobre lo que otros opinen, ni de sus acciones, de cómo te ven los demás, ni tampoco de nuestros resultados.

 

 


 

Fotos: El estoico en instagram (1) (2)

 

¿Y qué pasa si deseamos cosas que están fuera de nuestro control?

Como vemos, hay muchas cosas que no podemos controlar y que a menudo queremos conseguir.

Imaginemos por un momento que salimos de casa por la mañana para ir a trabajar y vamos a coger el autobús. Mientras nos acercamos a la parada lo vemos pasar, corremos hacia él pero nada, se ha ido. Seguramente sentiremos un poco de rabia, sin embargo enseguida lo aceptaremos, “ok, no puedo hacer nada para que vuelva, es su horario, ya pasará el siguiente”. Estamos ya muy acostumbrados a pensar así, pues sabemos que no hay nada que podamos hacer para cambiar el horario del bus y que tenemos la posibilidad de esperar y coger otro.

Ahora imaginemos un caso similar con algunos de los elementos que hemos comentado que no podemos controlar, donde vendrá a ocurrir lo mismo. Pongámonos en el caso de nuestro trabajo: 

 

No podemos controlar…

Pero sí podemos controlar…

Cómo nos ven nuestros compañeros o si estos reconocen nuestro trabajo

Dar lo mejor de nosotros en el trabajo para impactar en el proyecto y la empresa (y esto probablemente ayudará en cómo los otros reconozcan nuestro trabajo)

Si el cliente nos pedirá cambios de última hora

Dejar un presupuesto de margen en el proyecto para cambios (asumiendo de antemano que el cliente pedirá cambios)

Si fallará algo en una entrega

Preparar una entrega con un día de antelación, por ejemplo, para poder tener un tiempo para correcciones

 

Si nos centramos demasiado en que un día en concreto no llueva o que el cliente no nos pida cambios, pues nos aferramos mucho a conseguir esos resultados, el día que esto suceda no nos lo tomaremos nada bien, probablemente nos molestará mucho y es posible que nos afecte emocionalmente. Si nos fijamos, en estos casos estamos dejando que “eventos externos”, es decir, cosas que no dependen de nosotros, afecten a nuestras emociones.

Si juego un partido de básquet con el objetivo de ganarlo, la suerte está echada, pues puede que me enfrente contra alguien muy bueno, o puede que me tropiece en un momento determinado y me haga daño y me sea imposible ganar. En este caso, mi objetivo es un resultado, cómo quedará el resultado al acabar el partido, y en esto yo no puedo influir. Además, tener este objetivo no me acercará más a conseguirlo, pues es algo que no depende de mí, ya que la suerte y la capacidad del otro equipo también influirá en cuál sea el resultado del partido.

Sin embargo, si mi objetivo es dar lo mejor de mí en el partido y jugar mi mejor básquet, no importa si mi oponente juega en la NBA o si me lesiono durante el partido, gane o no, podré estar orgullosa al final del partido, porque he jugado al máximo y lo he dado todo de mí. Eso sí depende de mí. Además, jugar de la mejor manera posible sí influirá positivamente en que mis oportunidades de ganar se incrementen (tendré más posibilidades de ganar si juego con gran nivel que si no lo hago), eso sí, sin olvidar que hay agentes externos que pueden hacer que esto no sea así.

En el caso de nuestro entorno laboral, si mi objetivo en el trabajo es dar lo mejor de mí para realizar el trabajo de la mejor manera posible, podré estar orgullosa, me reconozcan otros o no, pues estoy esforzándome al máximo por conseguirlo. Y esto es algo que depende completamente de mí.

 

Así bien, ¿qué tipo de objetivos debería tener para cuidar mi bienestar emocional?

Si nos marcamos objetivos que no dependen de nosotros nos acabarán afectando emocionalmente, ya que nos aferramos con fuerza a algo que no podemos controlar, y cada vez que la suerte no esté de nuestro lado, esto nos hará sufrir.

Sin embargo, si nuestros objetivos son cosas que solo dependen de nosotros, no dejaremos nuestro bienestar emocional en manos de nadie más que nosotros mismos, seremos nosotros los que controlaremos lo que queremos hacer para conseguir nuestras metas y, en el caso de la inteligencia emocional, esto nos permitirá responder en lugar de reaccionar, nos permitirá responder ¿qué queremos hacer para conseguir lo que nos propongamos?

Espero que este artículo os haya ayudado a interpretar ciertas cosas de otra manera. Cuando sintáis que algo os molesta o afecta a vuestro bienestar emocional, os sugiero que os hagáis esta pregunta, ¿esto es algo que depende de mí? Pues la verdad es que, en ocasiones, es de gran ayuda tener esta visión. 

Y recordad, puede que un día hayáis perdido el autobús, pero una vez lo hayáis aceptado, únicamente tendréis que esperar a que llegue el siguiente o bien continuar caminando para llegar a vuestro destino por otro camino.

Seguimos trazando este camino de la inteligencia emocional en un próximo artículo, nos vemos en dos semanas. ¡Un saludo!

Imagen de cabecera: Pxfuel
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