Hola a todos y bienvenidos al que será el último artículo de esta serie de Inteligencia emocional hasta el año que viene.

Hoy vengo a hablaros de la motivación. Si recordáis, en el último artículo estuvimos hablando sobre la motivación en el trabajo y de lo importante que es encontrarle un significado a aquello que hacemos en nuestro día a día laboral para enfocar nuestro trabajo de una manera más positiva y motivadora.

Añadiremos un parámetro más, analizando los tipos de motivación que podemos encontrar.

 

Motivación extrínseca

La motivación extrínseca viene desde fuera y lleva a la persona a hacer algo para conseguir un objetivo o recompensa externa, diferente a lo que está realizando. En este sentido, puede ser la búsqueda de una recompensa o la evitación de algún tipo de castigo.

En el entorno laboral, encontramos motivaciones extrínsecas como el salario, los beneficios/ventajas ofrecidas por la empresa, las promociones, subidas de sueldo o bonificaciones, etc.

 

Motivación intrínseca

La motivación intrínseca es aquella que nace desde dentro y lleva a la persona a implicarse en algo por el propio placer que le proporciona hacerlo. La propia ejecución de la tarea es la recompensa de hacerla.

Dentro de esta categoría y en el entorno laboral, encontramos motivaciones intrínsecas como tener interés o sentirse desafiado por el trabajo que hacemos, sentirse apreciado y valorado, sentirse realizado, etc.

 

¿Y cuál de estas motivaciones es más interesante? 

Bueno, esto depende de varias cosas.

Cuando lo que existe es una motivación intrínseca, la persona hace una tarea porque le llena, porque hacerla ya le hace feliz por sí misma. Por ejemplo, cuando alguien quiere aprender una nueva tecnología y el tiempo que dedica aprendiendo sobre ella le pasa volando.

Cuando hablamos de motivación extrínseca, no hacemos las cosas porque queramos hacerlas, sino porque queremos conseguir otra cosa. Por ejemplo, si la persona ejecuta una tarea porque cuando la hace alguien le dice lo bien que lo ha hecho y esto le hace sentir bien, en el que momento en que la otra persona deje de halagarle, ya no tendrá ganas de seguir haciendo esta tarea, ya que no le proporciona aquello que quería.

Por tanto, la motivación intrínseca proporciona un compromiso duradero en las personas, que se ve respaldado por el poder de la motivación, como veíamos en el ejemplo de la catedral. Sin embargo, la motivación extrínseca proporciona un compromiso a corto plazo, que estará condicionado a la presencia de estas recompensas o penalizaciones externas, ya que cuando estas desaparezcan la motivación decaerá.

 

¿Pero esto implica que la motivación extrínseca es mala?

No hay un blanco o negro, sino que más bien estamos ante una gama de grises. Aquí debemos entender algo, hay muchos tipos de personas, cada una de ellas tendrá un tipo de motivaciones distinto. Y mientras unas se sentirán más realizadas con motivaciones intrínsecas, otras se sentirán más realizadas con motivaciones extrínsecas. Sin embargo, habitualmente las personas necesitarán un poco de ambas, en mayor o menor medida.

En realidad, lo que necesitamos es que los dos tipos de motivaciones estén presentes en el entorno laboral y que las personas sientan que pueden tener motivaciones de ambos tipos. Eso sí, en su justa medida. La dificultad radica en encontrar la combinación adecuada de motivaciones extrínsecas e intrínsecas para conseguir que las personas se sientan felices en su trabajo. 

 

“Olvida los halagos. Olvida los castigos. Olvida el dinero. Tienes que hacer que sus trabajos sean más interesantes.” – Frederick Herzberg

 

Fuente: PsicoK

Abraham Maslow definió la que conocemos como la pirámide de Maslow, que se basa en una jerarquía de necesidades humanas que parten desde las necesidades fisiológicas más básicas de las personas, hasta llegar a las necesidades de autorrealización.

Lo más importante para las personas será poder cubrir sus necesidades más básicas: las fisiológicas y de seguridad, que se cubrirán con motivaciones extrínsecas. Pero tras esto, existen otras necesidades que, de poder cubrirlas, nos acercarán más a la felicidad: las necesidades sociales, de autoestima y de autorrealización, motivaciones intrínsecas. 

El trabajo debe cubrir como mínimo las necesidades básicas de las personas, no obstante una vez cubiertas, debemos potenciar como empresa que las personas puedan cubrir el máximo número de necesidades de la pirámide de Maslow.

Cuantas más necesidades de la pirámide de Maslow cubra nuestro trabajo, más realizadas se sentirán las personas que trabajan en él. Y, por tanto, es algo que debemos potenciar desde la empresa.

Tener un trabajo que nos plantee desafíos, nos otorgue mayores responsabilidades y autonomía, nos haga aprender, esté alineado con nuestros valores y nos permita llevar la vida que queremos tener, nos ayudará a que podamos estar más motivados en el trabajo. Y este nivel de motivación, será lo que nos permita ser más felices en el trabajo.

 

¡Felices fiestas!

Y hasta aquí este artículo de la serie de Inteligencia emocional. Como os comentaba, aprovecho para despedirme por unas semanas, porque esta serie se tomará unas merecidas vacaciones, hehe. Pero volvemos a vernos en enero con las pilas recargadas, para hablar sobre temas tan importantes como el estrés y la gestión emocional, de lo que creo que podremos hablar largo y tendido.

 

Muchas gracias a todos por seguir esta serie y nos vemos en unas semanas. ¡Felices fiestas! 🙂

 

Foto portada: Tim Sullivan

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