¡Hola a todos! 🙂 Seguimos con esta serie de artículos sobre inteligencia emocional. Hoy vengo a hablaros de algo que es de crucial importancia para empezar a trabajar nuestra inteligencia emocional, y es conocer el funcionamiento de nuestro cerebro.
Si conocemos cómo funciona, nos será más fácil comprender cómo podemos actuar para responder ante las situaciones que vivamos en nuestra vida en lugar de reaccionar ante ellas (dejándonos llevar por el cerebro). ¡Así que vamos a entrar en detalle!
¿Cómo funciona nuestro cerebro?
Hay muchas maneras de explicar el funcionamiento del cerebro, pero permitidme para la introducción de hoy que os hable de un modelo que, a pesar de se considera algo simplificado en comparación con los últimos descubrimientos, deja muy claro su comportamiento principal.
Este modelo es el del cerebro triuno, definido por Paul D. MacLean en 1990, y defiende una clasificación de las diferentes partes del cerebro basadas en la evolución humana.
La teoría del cerebro triuno habla de la existencia de 3 zonas neuronales distintas, cada una con una función específica y que apareció en un momento concreto de nuestra evolución, que están interconectadas y se comunican entre sí. Estas partes son:
Cerebro reptiliano
Este es el cerebro más primitivo de todos, el que apareció primero a lo largo de nuestra evolución y que compartimos con otros mamíferos y reptiles.
Se encarga de poner en marcha nuestras funciones más básicas y primitivas (como respirar, comer, dormir, mantener el equilibrio o la temperatura entre otras), así como nuestros reflejos e impulsos (para protegernos de posibles amenazas o asegurar nuestra supervivencia).
La función del cerebro reptiliano es actuar rápido y de manera instintiva para asegurar nuestra supervivencia, que a menudo lleva a cabo sin que nos demos cuenta.
Cerebro límbico o emocional / Sistema límbico
Según la teoría, esta fue la segunda zona del cerebro en evolucionar, y surgió con la aparición de los primeros mamíferos. Está considerado el centro de nuestras emociones (alegría, rabia, tristeza, miedo, etc.) y está basado en un sistema de evasión de las sensaciones que nos resultan desagradables y atracción hacia las sensaciones agradables.
Este cerebro se comunica a su vez con el cerebro reptiliano, enviando mensajes al cuerpo para actuar de acuerdo con lo que perciba. Por ejemplo, si aparece en nosotros una emoción de miedo, es el cerebro límbico el que se encarga de estimular ciertas hormonas del estrés para preparar al cuerpo para la lucha o huida (en el caso de nuestros antepasados de las cavernas, esto sucedía cuando veían acercarse a un tigre que iba a atacarlos, en nuestros tiempos, este estímulo puede aparecer cuando recibimos un mail de trabajo).
Dentro del sistema límbico encontramos, a su vez, 3 elementos fundamentales:
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El tálamo – Envía mensajes para comunicarse con el cerebro racional
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El hipocampo – Juega un papel muy importante en la memoria e interpreta y almacena información
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La amígdala – Es el centro del control emocional y registra las emociones asociadas a los hechos que vivimos
Cerebro racional / Neocórtex
Esta parte de nuestro cerebro se encarga del procesamiento cognitivo y de la toma de decisiones razonadas y lógicas.
Es una estructura prácticamente única en nuestra especie, propia de los mamíferos más evolucionados, y es la especie humana quien más la ha desarrollado. Esta estructura nos diferencia de otras especies permitiéndonos tener un pensamiento abstracto, lógico y racional que funciona con independencia de las emociones y conductas programadas por nuestra especie. Gracias a él podemos realizar funciones avanzadas como la planificación, la toma de decisiones, disponer de un lenguaje, definir nuestra cultura o incluso darle un sentido a nuestra existencia.
Foto: Cerebro triuno – Neurociencia – Web primerostoques
¿Y cómo responde nuestro cerebro a las situaciones de nuestro día a día?
Cuando vivimos una experiencia, nuestros sentidos envían la información al sistema límbico o cerebro emocional, concretamente al tálamo, y desde allí, esta información es procesada siguiendo 2 vías o caminos:
Vía 1 – Camino corto. Vía rápida e instintiva
El tálamo manda una señal rápidamente para comunicarse con la amígdala (Sistema límbico). En este caso, la información no pasa por el neocórtex, por lo que no hay un control por parte del intelecto y el modo de responder será casi inconsciente (por ejemplo, cuando escuchamos la bocina de un coche mientras cruzamos la carretera y pegamos un salto).
Se produce una respuesta de supervivencia, que es además inconsciente.
Vía 2 – Camino largo. Vía lenta y reflexiva
El tálamo manda una señal siguiendo un camino más largo, que a su vez es más lento, para comunicarse directamente con el neocórtex. Debido a que este camino es más largo, el neocórtex responderá más tarde que el sistema límbico.
La función de esta vía es la de controlar las respuestas de la amígdala reflexionando sobre ellas y modulándolas.
Se produce una respuesta reflexiva y consciente.
En ocasiones, ciertas situaciones pueden causar la activación inmediata de la vía 1 (peligro, miedo, enfado, etc.), e inconscientemente puede producirse un secuestro amigdalino o secuestro emocional. Esto sucede cuando la amígdala percibe que hay una coincidencia de la experiencia actual con alguna pasada que ha sido traumática para nosotros y, al vivirla, dispara una respuesta de lucha, huida o bloqueo a nuestro cuerpo.
Se estima que el 85% de nuestras decisiones las tomamos de manera subconsciente y que solo un 15% son decisiones realmente conscientes.
Como vemos, la mayoría de respuestas que da nuestro cerebro están fuera de nuestro control o son automáticas. La buena noticia es que podemos ejercitar nuestro cerebro para que cada vez sea capaz de controlar en mayor medida estas respuestas, entendiendo cómo funciona nuestra mente y escogiendo cómo responder a las situaciones de nuestro día a día.
¿Quieres seguir aprendiendo cómo ganar esta batalla al cerebro y ser dueño de tus reacciones? Pues recuerda que la inteligencia emocional puede hacer mucho para ayudarte a conseguirlo.
¡Nos vemos en un nuevo post dentro de 2 semanas!
Gracias por la info Thais!
Gracias por la info Thais! Tengo muchas ganas de aprender cómo mejorar en el almacenamiento del hipocampo 😉
Hehehe, a ver, a ver si
Hehehe, a ver, a ver si conseguimos también mejorar esa parte, que a mi tampoco me iría mal 😛 Un beso! 🙂